Es un recuerdo extraño.
Tan lleno de felicidad que en ocasiones incluso llegas a dudar que sea tuyo.
Pero está ahí, oculto, guardado en el tercer cajón de tu mesita de noche en forma de una fotografía descolorida que fue tomada hace ya varios veranos.
En ella se observa a dos niñas rubias. La más alta usa un vestido de tirantes rosa que le llega a las rodillas. La otra, más bajita y algo rechoncha, usa un overol de mezclilla con una camiseta azul debajo.
Ambas sonríen mientras se abrazan.
Si cierras los ojos, todavía te parece escuchar la voz de papá.
“Sonríe Sybil”
Pareciera que han pasado siglos de aquello, desde la última vez que sonreíste.
Es por eso que todo aquello te resulta tan raro casi como ajeno.
Incluso podría decirse que doloroso.
Equivale a anhelar un montón de cosas que ya fueron y no volverán.
A veces te gustaría poder volver atrás. Regresar a aquella época donde ser feliz era tan natural como lo es respirar.
“Sonríe Sybil”
Lo cierto es que hace ya mucho tiempo que te olvidaste de como hacerlo.
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