No deberías enamorarte
de mí, Johanna.
Sé que lo he dicho mil veces pero puedo ver por tu sonrisa
burlona y el color en tus mejillas que tú todavía no me crees. Es por esas
ridiculeces de las novelas románticas y las películas de Hollywood que te han
hecho creer que puedes poner un corazón en dónde no queda más que un vacío que
lentamente arrasa con todo cuando encuentra a su alrededor. Tú todavía crees
que puedes salvarme pero no te das cuenta que la necesita ayuda eres tú.
Porqué no lo has notado pero cuando te miro puedo sentirlo
latiendo fuertemente en mi pecho, como un animal salvaje al acecho.
No Johanna, no es ese corazón que tanto te empeñas en
buscar. Es algo mucho peor. Es una sensación horrible que me dice que te tengo
al filo de mí abismo y solo haría falta extender un brazo para empujarte y que
cayeras sin resistencia alguna a un lugar al que muchas han entrado pero del
que nunca nadie ha podido regresar.
El amor Johanna no es esa historia edulcorada que trata de
venderte todo el mundo. El amor es un enorme sin sentido que te haría recibir una bala por mí aun
cuando fuese yo quién está detrás del gatillo. Y ese es precisamente el
problema, yo ya estoy a punto de disparar. Porque te veo a los ojos y veo que viajarías
a grabar mi nombre en la superficie de la luna si yo te lo pidiera y la sola idea me hace arder de deseo en mi
interior. Porque Johanna tú no lo sabes pero ahora pendes de un hilo que cuelga
entre mis manos y la idea de hacerte daño me repugna casi tanto como la idea de
dejarte escapar sin siquiera haberte dejado pelear el primer round, aun cuando sé de antemano que no
tienes oportunidad de ganar.
Es el problema de jugar con fuego y yo te lo advertí, te lo
advertí muchas veces antes pero no quisiste escucharme. Porque el fuego dice
tener miedo de hacer daño pero a lo que verdaderamente teme es al placer que le
causa ver al mundo arder por su causa. Es el miedo a su propia naturaleza, a
saber que una vez que se deje llevar por ella no va a poder detenerse o peor
aún, no va a querer hacerlo.
Después de todo ¿a quién no le gusta saber que tiene el
poder de destruir algo en cuestión de segundos al alcance de su mano?
Yo soy fuego Johanna y tú… Tú estás a punto de convertirte
en cenizas.